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“Lo que es interesante siempre es filoso. Cuando uno le recorta las puntas queda más en lo políticamente correcto y deja de ser interesante.” Matías Tavil (Ep. 1 Frases, “Hablar no es gratis»)

Cada quince días dedico las noches de viernes a mi taller de literatura. Para ser más precisa, de creación literaria, porque no se trata de hablar en un tono académico y pedante de literatura, sino de ponerse a escribir.

 

El taller lo da Magui. Magui es mi tía. Nos conocemos desde que nací, tenemos una relación muy cercana y entrañable. Desde que tengo uso de razón Magui es LA persona para hablar de libros, autores, películas y teatro. Es una delicia platicar con ella.

 

A pesar de tener tantísimos años de conocernos, apenas ahora me encuentro con ella en otro lugar. Recién conozco esta cara sensible, ocurrente y creativa que nos guía, motiva y entusiasma a soltar el lápiz, a (en sus propias palabras) “involucrarnos en, y comprometernos con, lo que escribimos.”

 

El taller está siendo una experiencia increíble, casi terapéutica. Lo tomo con amigos muy queridos, a quienes también me estoy acercando de otra manera. Compartir los textos que escribimos es algo muy íntimo.

 

Hoy dediqué un rato de mi mañana a hacer mi tarea del taller. El ejercicio era escribir sobre un sonido que nos hubiera impactado de niños. Estaba feliz y sorprendida, ahorita les comparto la razón.

 

Tengo una fascinación por los escritores que publican sobre sus vidas, pensamientos oscuros y personalidades de manera honesta. A veces de forma no muy halagadora, exponiéndose de manera cruda. Se me viene a la mente Emmanuel Carrere.

 

Las palabras tienen efectos, y en ese tipo de exposición es muy probable que alguien más salga embarrado. También en esto es un buen ejemplo Carrere. En su último libro tuvo que quitar buena parte de la historia porque involucraba a su ex esposa. Otra de sus obras lo puso en aprietos con una ex pareja y su madre.

 

Cuando mostramos nuestra vida editada con demasiados filtros de perfección (ya sea en un texto o en algo más banal, por ejemplo Instagram) editamos también las de las personas que están a nuestro alrededor. Dejando a todos tranquilos y contentos.

 

Acercarnos a la literatura, a crearla, puede ser atemorizante y amenazante. Cuando nos implicamos en el texto salen cosas no dignas de Instagram ni de una reunión familiar.

 

Hoy me pasó eso, por eso estaba contenta y sorprendida. Esta tarea me sacó del alma un texto que no me atrevo a publicar. Y digo “me sacó” porque así se sintió, como si no lo hubiera escrito yo. Surgió de mi mano como si fuera un exorcismo y eso fue liberador, aunque el texto se quede solo en mi libreta.

 

Muchas veces el problema no es que “editemos” y “embellezcamos” nuestra vida para los demás, sino que lo hacemos para nosotras mismas. Así que dejar las ediciones perfectas, aunque sea internamente, es ganancia. La escritura es un buen instrumento para hacerlo.

 

Si alguien tiene interés de armar un grupo para tomar el taller, escríbanme y les paso los datos de Magui. Yo apenas estoy a la mitad y ya lo recomiendo ampliamente. El taller me ha ayudado a tener una relación más bella y significativa con las palabras.

 

Recomendación extra 

Asociación libre es un canal de Youtube que me gusta mucho. Jorge Reitter y Matías Tavil, ambos psicoanalistas argentinos, tienen un video donde hablan de este asunto, se llama “Hablar no es gratis”, ¡escúchenlo!

De ese video es la cita del inicio, y aquí les dejo otras de Reitter:

Escribir es mentir.”

Al escribir siempre se cuela el deseo.”

Escribir ya es traicionar. Al escribir es probable que hieras a gente que querés. El escritor tiene que asumir que su acto va a tener un costo..

 

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