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Imagen de Revista 2000agro

El otro día me compré una bolsa de pinole, me encanta comérmelo a cucharadas. Comer pinole es un acto de amor, hay que hacerlo con atención y sin prisa, porque bien dice el dicho “no se puede chiflar y comer pinole.”

Este alimento prehispánico, fino como el talco, con sabor a maíz, canela y piloncillo, definitivamente requiere de toda nuestra atención y saliva cuando lo comemos. Cualquier prisa, distracción o intención de chiflar nos causaría, en el mejor de los casos, una leve atragantada, en el peor, la muerte por asfixia (creo que estoy exagerando).

El punto se entiende, no se puede todo: o comemos pinole o chiflamos, hay que elegir. ¿Por qué querríamos comer pinole y chiflar a la vez?, ¿por qué el afán del “multitasking”, de hacer más cosas en menos tiempo, de hacer “x” mientras también hago “y”, de apurarnos en la vida, de eficientar, de dedicar menos tiempo a las cosas que valen la pena?

Para mí lo contrario al amor no es el odio, sino la prisa y la desatención. Amar es dar nuestro tiempo, estar presentes. Ya decía Simon Weil, “la atención es la más pura y rara forma de generosidad.”

Cada actividad que iniciamos y cada relación que tenemos necesitan de nuestro tiempo y atención, a veces esto se me olvida. Me ha pasado que me inscribo a cursos, pago plataformas de ejercicio o entretenimiento y compro plantitas como si se tratara de cosas a tachar en una lista de pendientes, y no de actividades que requerirán de mi presencia completa.

Por ejemplo, hace un par de semanas fui al mercado de flores y plantas de Cuemanco, la euforia me hizo regresar con 10 plantas de todos los tamaños, tipo de riego y cuidados. Ya dimensioné lo que implicará tenerlas. Estoy decidida a hacer lo necesario para que sobrevivan, a darles mi amor, o sea, a hacerles un espacio en mi agenda.

Cada que adoptemos una nueva actividad (incluidas las clases de yoga), relación, un nuevo compromiso o hobby, bien nos haría evaluar la demanda amorosa que eso requerirá. ¿Tengo el tiempo, la voluntad y las ganas de estar ahí?  Si no, ¿para qué le muevo?

“Incluso el trabajo placentero […] puede traer sufrimiento al desempeñarlo o posponer una satisfacción inmediata, en vista de una mediata. Este sufrimiento es necesario pues finalmente desemboca en el placer.” Graciela Hierro, La ética del placer

Para amar se requiere constancia, curiosidad y renuncias… porque o chiflamos o comemos pinole. Es un choque con la realidad, nos baja los humos de omnipotencia: nuestro tiempo y atención son limitados. Generalmente la lista de cosas que quiero hacer en un día o semana es mucho mayor a mi capacidad real para ejecutarlas. 

“El amor supone el ejercicio del erotismo […],  el contenido supremo de la afectividad, la preocupación por el otro o la otra y el olvido de sí en la entrega mutua. Es sumamente difícil de alcanzar y requiere de afecto, cuidado, responsabilidad, entrega y erotismo. Cuando se vive constituye el supremo sentido de la existencia.” Graciela Hierro, La ética del placer

¿A qué actividades, personas y causas queremos dedicar nuestro tiempo y atención? Más vale poquitas pero con amor, a muchas desatendidas.  Una vez elegidas no las soltemos, agarrémonos con fuerza y hagamos todo para que sobrevivan (como lo haré con mis plantas).

 

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