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Imagen de GDJ en Pixabay

El 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Con motivo de este día vuelvo a compartir esta entrada del blog que originalmente publiqué en octubre de 2021. Aquí les va íntegra, solamente hago dos aclaraciones:

a) Ya voy en 5º semestre, pero sigo sin ser ni experta ni psicoterapeuta, ni psicóloga aún. 

b) ¡Nunca escribí la última sección de este blog sobre el yoga! Solo sobre Prozac 

En 2017 llegaron la terapia y el Prozac (medicamento usado para depresión y ansiedad) a mi vida, en 2018 el yoga. No sé que sería de mi salud mental sin esa santísima trinidad. 

Dividiré esta publicación en dos partes porque quedó larguísima, hoy comparto una introducción del tema de Salud Mental y reflexión sobre mi proceso de terapia. La semana que entra escribiré sobre el Prozac y yoga.

Mañana, domingo 10 de octubre, es el Día mundial de la Salud Mental. Estamos en 2021 y los estigmas que hay alrededor de este tema aún son grandes. El acceso a la salud mental tampoco es el ideal, se necesitan recursos (tiempo y/o dinero) para procurarla. 

Se estima que en países de ingresos bajos y medios entre el 76% y el 85% de las personas con trastornos mentales graves no reciben tratamiento (OMS 2019).

La salud mental un estado de bienestar en el cual el individuo se de cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

(OMS 2001)

Se escucha sencillo, pero no lo es. Ser capaz de amar, ser autosuficiente económicamente, soportar las presiones de la vida (eufemismo de chingaderas) y además contribuir a la sociedad son tareas lo suficientemente complejas como para entretenernos una vida entera… intentándolas. 

“La salud es la capacidad de amar y trabajar.”

Se le atribuye a Freud

Dos de las principales afecciones que nos impiden alcanzar ese estado de bienestar son la ansiedad y la depresión. En México estas impactan de manera diferenciada a hombres y a mujeres.

Un cálculo revelador que se hace en el área de salud pública es el de años de vida asociados a discapacidad (AVD). Es la estimación de los años que se «pierden» por cada enfermedad, ojo esta pérdida no es por muerte, sino por discapacidad.

Recupero algunos datos de AVD de México en 2010.

En las mujeres las tres enfermedades que causan más años asociados a discapacidad son la depresión mayor ¡como número uno!, la lumbalgia (#2) y otras enfermedades musculoesqueléticas (#3). El trastorno de ansiedad ocupa el número 7 de la lista y la distimia (un tipo de depresión crónica) el número 14 (de 20).

En hombres las tres primeras causas son lumbalgia (#1), depresión mayor ¡como número dos! y diabetes mellitus (#3). El trastorno de ansiedad ocupa el lugar número 14 y la distimia no aparece dentro de las primeras 20 causas en el caso de los hombres (ver referencia al final).

Que la depresión esté dentro de los dos primeros lugares de AVD tanto en hombres como en mujeres está muy de la chingada. Los años asociados a discapacidad significan años medio vividos, nos muestran los padecimientos que no necesariamente nos llevan a la tumba, pero sí nos matan en vida. 

Imagen de Ahmadreza89 en Pixabay

Los factores sociales, psicológicos y biológicos inciden tanto en la salud como en la enfermedad mental. Voy a repetir esto: los factores sociales, psicológicos y biológicos inciden en la salud mental. Que nos caiga el 20 de esta frase nos va a salvar de querer solucionar los problemas mentales graves con remedios mágicos o solo atendiendo un frente e ignorando los otros. 

Imagen de mohamed_hassan en Pixabay

Hay un amplio espectro en el nivel de sufrimiento emocional que podemos experimentar. No es lo mismo tener una crisis existencial y preguntarte a dónde va tu vida que tener una depresión mayor o sufrir síndrome de estrés post traumático.

Tampoco es lo mismo tener algunos días sintiéndote “inquieta” que vivir con ansiedad persistente y ataques de pánico. Ahora sí que dependiendo el sapo la pedrada, es exagerado correr al psiquiatra por unos días de malestar e ingenuo esperar que el yoga por sí solo nos saque de una depresión mayor.

Imagen de Free-Photos en Pixabay

Dejando de lado las definiciones y cifras oficiales quiero escribir sobre lo que he vivido con MI (resalto el pronombre posesivo) santísima trinidad de la salud mental: terapia, Prozac y yoga (en el orden en el que aparecieron en mi vida).

Escribo esto como persona medianamente informada, como paciente curiosa, y como estudiosa y practicante de yoga. No soy experta en salud mental ni terapeuta aún, estoy estudiando psicología pero soy una humilde estudiante de 3er semestre.

Mi intención es poner un granito de arena para vencer el estigma que hay entorno a la salud mental y, tal vez, animar a alguien a buscar la ayuda que no se ha animado a buscar.

Les confieso que escribir esta entrada del blog ha sido muy lindo y ha tenido efectos terapéuticos, me hizo reflexionar sobre el papel que estas tres cosas han tenido en mi vida. En parte por eso me estoy tardando en escribirla.

  1. Terapia

En 2017 me sentía con una tristeza profunda y sin rumbo en mi vida, como si una nube muy gris no me dejara ver a un metro de distancia. Las palabras que mejor describen la sensación de ese momento son impotencia y desesperanza.

A pesar de eso no estaba tirada en la cama sin comer. Al contrario, trabajaba mucho, hacía mucho ejercicio, me la pasaba ocupada, muy ocupada.

Decidí pedir ayuda profesional, nunca había ido a terapia. Recuerdo que después de las primeras sesiones le escribí a mi amiga (quien me recomendó a mi terapeuta) para, en tono de queja, reportarle que me sentía peor que antes de ir… consideré seriamente abortar la misión. Hoy agradezco no haberlo hecho.

Ilaria Urbinati Therapy art vía Pinterest

Aún hay muchos estigmas en torno a confiarle a un desconocido o desconocida nuestros problemas, pensamiento oscuros y más secretas inseguridades. Siendo honestas lo que pasa es que ni nosotras mismas queremos pensar en eso, el asunto del desconocido es mero pretexto.

Ir con una persona desconocida, entrenada para escuchar e intervenir, me ha enseñado a ver mi vida con otros ojos, me ha enfrentado a realidades duras que de otro modo lograba evadir y me ha ayudado a conocerme cada vez un poquito más profundo.

También en ese espacio que atesoro he aprendido el arte de la paciencia y a lidiar con la frustración. Ir a terapia te obliga a ver puntos ciegos que, desde mi perspectiva, ni la más profunda meditación te permite ver.

Decir que “vamos a terapia” dice poco porque hay diferentes estilos y, como en una alberca, distintas profundidades/duración. Usted escoge güerita,  se puede quedar en el chapoteadero o aventarse a la fosa de clavados.

Existen múltiples maneras de llevar la relación entre terapeuta y paciente/cliente, distintas formas de entender el origen de los problemas,  técnicas, objetivos, duración del tratamiento, etc.

Es una tarea personal buscar el enfoque y la persona con la que mejor nos sintamos. No creo que NADA en esta vida funcione para todas.

Mi consejo es no darse por vencidas a la primera y una vez ahí aguantar, aguantar, aguantar. Ir a terapia no es precisamente placentero pero sí muy satisfactorio.

Mark Parisi vía Pinterest

No me voy a meter aquí con los distintos estilos de terapia, pero pongo sobre la mesa algo básico antes de pedir ayuda profesional: distinguir entre psiquiatra, psicólogo y psicoterapeuta. Señalo aquí las diferencias de forma muy general:

Psiquiatra: estudia la carrera de medicina y después se especializa en psiquiatría. Su principal tarea es evaluar síntomas y recetar el medicamento adecuado. No da terapia al menos que tenga una formación para hacerlo. 

Psicólogo clínico: estudia la licenciatura de psicología, tiene conocimientos generales de las diferentes corrientes psicológicas, puede evaluar y diagnosticar a un paciente. Nunca medica. No da terapia al menos que tenga una formación para hacerlo. 

Psicoterapeuta: da terapia, se forma en alguna de las  múltiples corrientes de psicoterapia que existen. No necesariamente estudia psicología o psiquiatría como primera formación, hay algunos programas de psicoterapia que aceptan personas con otras formaciones. 

Estas tres categorías no son excluyentes, es muy común que haya psiquiatras-psicoterapeutas, psicólogos-psicoterapeutas. Vale la pena conocer la trayectoria académica y profesional de quien sea a quien le vayamos a abrir el corazón (y la cartera).

Talitka Franken vía Pinterest

Aquí les dejo unos videos que recomiendo para quienes quieran profundizar en este asunto:

  • Vale Villa, ¿Es la psicoterapia para todos? Este Instagram Live es genial para saber si la psicoterapia con enfoque psicoanalítico (que es la que yo conozco) es para ti. Vale Villa considera que para ir a este tipo de terapia es importante que creas que hay una mente inconsciente, que tengas algún sufrimiento que atender y que soportes ir a hablar sin tener garantías de nada.

 

  • Emily Anhalt, Ted Talk: Why should we all try therapy?  Emily resume en 15 minutos de manera lindísima las virtudes de ir a terapia. Ella tiene un enfoque psicoanalítico, pero señala que cualquier terapia que te enseñe a estar cómodo con lo incómodo funciona (estoy de acuerdo en esto). A diferencia de Vale Villa, piensa que no necesitas tener un problema o sufrimiento para ir a terapia. Aquí tengo mis dudas. Uno le dedica mucha energía al asunto, si no tienes pedos ¿qué nos motivaría a semejante chinga?

 

  • Asociación libre, ¿Qué esperar de un análisis? expectativa realista- psicoanálisis Me encanta el contenido de ese canal de Youtube y me caen re bien los tres analistas que salen en este video. Tiene algunas cosas medio técnicas pero me parece que, aún no sabiendo nada de teoría psicoanalítica, reflejan la esencia de este tipo de terapia solo apta para pacientes muy pacientes y dispuestos a divagar sin (aparente) rumbo.

 

  • Los 4 enfoques principales de psicoterapia Recomiendo este ciclo que organizó hace algunos años la Mtra. Paula Chávez Santamaría en la Facultad de Psicología de la UNAM. Cada ponencia la dio una terapeuta de cada uno de estos enfoques.

Cognitivo-conductual

Sistémico

Humanista

Psicoanalítico

  • Recursos vs. la ansiedad Y, finalmente, recomiendo el canal de Youtube y todas las redes sociales de Desansiedad.  Comparten información muy valiosa. Hace unos meses me eché el programa que tienen en línea (de pago) y vale la pena. El enfoque es cognitivo-conductual, muy directivo, con consejos y estrategias claras y aplicables.

 

Aquí le dejo por hoy, el próximo viernes les comparto las otras dos partes de la tríada: Prozac y yoga. Va a estar bueno.

Los datos de años asociados a discapacidad los obtuve de una tabla consultada en una presentación de la Mtra. Paula Chávez (Fac. Psicología UNAM). La fuente de esos datos es Lozano R. y cols., “La carga de enfermedad, lesiones de riesgo y desafíos para el sistema de salud en México”, Salud Pública Méx. 2013; 55:580-594

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