Foto de Renato Danyi en Pexels
Estoy a unos meses de cumplir 35 años y llevo un rato dándole vueltas al tema de la edad y las “etapas» de la vida. Hasta hace muy poco me seguía sintiendo como de 20. Hace un año entré a estudiar una nueva licenciatura, tener compañeros a los que les llevo 16 años me hizo caer en cuenta que por mucho que me sienta de 20 ya no los tengo. Cada que me echo más de cuatro mezcales y me desvelo lo compruebo en carne propia.
Aquí les comparto una conversación de Whatsapp de cuando me presenté con mis compañeros de carrera:
La expectativa de vida al nacer ha aumentado significativamente. En 1930 una mujer mexicana tenía una esperanza de vida de 35 años, en 1960 de 59 años y en 2019 de 77. En 1930 hablarle de usted a alguien de 33 años hubiera sido aceptable, en el 2021 no lo es, espero que mis compañeros lean esto. Si tengo suerte me quedan más de 40 años de vida, no suena mal y eso le quita algo de “prisa” a mi existencia.
Con una esperanza de vida de 35 años era comprensible que las personas se casaran jóvenes, que llegaran vírgenes al matrimonio y que se juraran amor hasta que la muerte los separara. Cuando la esperanza de vida era de 59 años alguien de 45 ya era «una viejita», hoy a los 40 estás preguntándote aún si tener o no hijos biológicos.
Este semestre llevo una materia que se llama “Ciclo de vida” y recientemente leí dos textos (los dejo al final) que explican el cambio de paradigma que hubo en la psicología del desarrollo en el siglo XX. En resumen el cambio consistió en dejar de estudiar el ciclo de vida con bases meramente biológicas, con parámetros y metas fijas a cumplir de acuerdo a la edad cronológica, y se empezó a dar importancia al contexto social, cultural e histórico de cada individuo.
Así nació la psicología del ciclo vital o trayectoria de vida, en donde se habla de la posibilidad de un envejecimiento exitoso (lo que sea que quiera decir eso ahora que seremos viejitas sin pensión), de diversos modos de envejecer y de la relatividad de la edad cronológica, entre otros temas.
Una de las lecturas tiene, a mi gusto, una visión extremadamente relativa de los procesos biológicos. Explícitamente habla de la irrelevancia (relatividad) de la edad cronológica. Postura que me parece prevalece en mi generación, vivimos como si no fuéramos a envejecer nunca.
“… los problemas relacionados con la vejez no empiezan en una edad o época determinada, sino cuando se comienza a etiquetar a las personas como de ‘edad madura’ o ‘trabajador retirado’. … es la percepción de las situaciones, más que las condiciones objetivas de las mismas, lo que lleva a las personas a comportarse como lo hacen.” (Dulcey Ruiz, Uribe Valdivieso)
Sin duda el aumento de la esperanza de vida y los cambios sociales van transformando lo que se espera y se puede hacer en una vida. La edad biológica no debe dictar nuestros sueños y decisiones, pero decir que es irrelevante me parece peligroso. Para no tener sorpresas desagradables en el futuro, es de gran utilidad aprender a dilucidar en qué cosas la biología sí nos impone límites infranqueables y en cuáles podemos burlar los mandatos sociales.
Le di vueltas a varios asuntos cotidianos que me interesan como mujer mexicana, chilanga, de treinta tantos años en el 2021, sin casa propia y sin expectativas de recibir una pensión. Uno de ellos es la maternidad (biológica), otro es mi futuro económico en la vejez. En esta entrada comentaré brevemente la maternidad, dejo lo de la vejez para la próxima semana (si me dan ánimos de escribir de ese deprimente tema para nuestra generación).
Maternidad biológica
Hay mujeres que tienen claridad de querer tener hijos y ser madres (una cosa es tenerlos, otra es ejercer como mamá). Hay otras que tienen claridad de no querer ni tenerlos ni serlo. Yo me encontraba dentro de las segundas.
En los últimos años me lo he cuestionado, para como voy, siento que me podrían dar ganas cuando tenga 45. El saber que el tiempo para ser madre biológica tiene límites me ha hecho pensarlo seriamente. Sobre todo como mujer hay que asumir los costos de las decisiones que vamos tomando al respecto, en parte por voluntad propia, en parte por circunstancias que no elegimos ni controlamos.
Las que tengan y han tenido claridad de este asunto de la maternidad pues ya ni sigan leyendo, no hay dilema, nos vemos la próxima semana. Las que comparten mi posición, por más que queramos ignorarlo, es imposible darle la vuelta a la biología: la edad cronológica importa, el sexo biológico también. Desafortunadamente la edad reproductiva (sin procedimientos médicos) no ha aumentado en la misma proporción que la esperanza de vida. La mujeres estamos en desventaja.
Pongo un ejemplo. Desde hace unos meses abrí un perfil en una aplicación de citas (Bumble) en ella pones fotos, una descripción de ti y lo que buscas (si tienes la suerte de saberlo). Me he encontrado a más de un hombre con las siguientes características y deseos:
Edad: 45
Hijos: “algún día”
¿Qué buscas?: nada serio
Nosotras no podemos llegar a los 45 como estos hombres. Ellos solucionan su conflicto ajustando sus edades de interés en Bumble: mujeres de 25 a 35, ¡listo, son papás a los 50! y de paso tendrán una pareja que los cuide (aún con energía) en su vejez.
Como mujeres llega una edad en donde o renunciamos a la posibilidad de tener hijos biológicos, o congelamos nuestros óvulos para postergar unos años más la decisión (con un costo económico y sometiéndote a procedimientos médicos rudos) o buscamos desesperadamente al padre de nuestros hijos (la prisa nunca es buena aliada para tomar decisiones sensatas).Nos toca tomar decisiones.
En ciertos círculos no ser madre ya no es cuestionado, soy muy feliz de vivir en esta época donde ya no es un mandato social. Sin embargo, siento que aún hay muchos tabús para las mujeres con dudas o arrepentimientos. Pareciera que la certeza es el nuevo “deber ser»: si fuiste madre y a ratos extrañas la libertad que tenías antes de serlo, ni te atrevas a mencionarlo. Tu nueva tarea es decir lo extraordinario que es ser madre. Por otro lado, si no tienes hijos y de repente fantaseas con el «que hubiera sido si…» tampoco lo expreses, tu tarea es alardear sobre la maravillosa libertad.
No dejemos de lado la biología, no pensemos que nunca envejeceremos. Tomemos las decisiones que podamos con lo que tenemos y aprendamos a vivir que sea cual sea el camino que tomemos, tendrá pérdidas y ganancias.
En fin, no nos desanimemos. Fuera del tema de la maternidad biológica (enfatizo esto de biológico) no hay límites, podemos lograr (casi) todo lo que nos propongamos sin que la edad cronológica se interponga.
Recomendaciones
Para las yoguinis o mujeres que mueven su cuerpo a través de alguna actividad física, Soma Talks, “Acuerpando la mediana edad, madurez, cuerpo y movimiento.” Esta plática me encantó, coincido en muchas de las posturas y cuestionamientos que hace Gina en ella.
Para animarnos con historias de mujeres que inspiran a soñar alto sin importar la edad, Ted Talk, “A Woman Over 50: A Life Unleashed | Connie Schultz.” (en inglés)
Para atravernos a dudar de nuestras posturas que creemos inamovibles y asumir el costo de nuestras decisiones (en esta caso el no querer ser madre). Podcast Where Should we Begin? with Esther Perel, «I can´t give you a child.” (en inglés)
Sobre las desventajas de las mujeres en el “mercado” amoroso actual, entre ellas la biología reproductiva. France Culture, «L’amour est-il l’opium du peuple ? avec Eva Illouz, sociologue” del min. 7 al 13. (en francés)
Lecturas sobre ciclo vital
Enrique Lombardo, Daisy Krzemien, «La Psicología del curso de vida en el marco de la Psicología del Desarrollo», Revista Argentina de Sociología, vol. 6, núm. 10, 2008.
Elisa Dulcey Ruiz, Cecilia Uribe Valdivieso, «Psicología del ciclo vital: hacia una visión comprehensiva de la vida humana», Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 34, núm. 1-2, 2002.