El otro día platicaba con un querido amigo de lo peligrosas que pueden ser las utopías y de lo valioso que es aprender a conformarnos. Hace unos años esta afirmación me habría parecido terriblemente triste y mediocre, hoy (después de muchos chingadazos y horas de terapia) acepto que tiene cierta sabiduría.
Según la Real Academia Española (sí, me sigo apegando a ella aunque rechace el uso de la “e” del lenguaje inclusivo) una utopía es un “plan, proyecto, doctrina o sistema deseables que parecen de muy difícil realización.” Por otro lado, conformarse es “darse por satisfecho con algo.”
La plática con mi amigo empezó en el ámbito político, comentábamos lo difícil que es empatar lo que “debería ser” con lo que realmente es. Después brincamos al tema amoroso y nos dimos cuenta que es muy similar el dilema. Un proyecto amoroso deseable, pero de muy difícil realización, es la receta perfecta para la insatisfacción. Querer alcanzar proyectos perfectos nos hace perdernos de pequeñas satisfacciones que vienen después de pasar por alto lo que podríamos considerar como una «chingadera.»
Antes de seguir escribiendo quiero hacer una precisión, lo que pasa por mi cabeza mientras reflexiono esto no es conformarnos con regímenes dictatoriales, o soportar a una pareja violenta. Por favor, no echen a volar su mente catastrófica y exploremos esto del valor de conformarnos con ideas más o menos banales e inofensivas.
Como las utopías se basan en algo que es deseable dependen del contexto social y temporal. Al menos en mi contexto, creo que un avance muy valioso ha sido derrumbar la utopía del amor romántico. Este amor idealizado en el que necesitas a tu “media naranja» para estar completa porque sin eso tu vida, sobre todo como mujer, no vale nada. Sin embargo, siento que la utopía se recorrió al otro extremo. Ahora lo deseable es ser “naranjas completas”, autónomas, y empoderadas que no necesitan a nadie. Estoy parcialmente de acuerdo con esta nueva idea.
Por supuesto que no hay una media naranja que tenemos que encontrar para ser felices y para mí es indispensable que ambas partes tengan proyectos personales. Sin embargo, pensar que somos «naranjas completas» me parece arrogante y peligroso ya que le cierra la posibilidad al amor.
Considero más honesto aceptar que todas las personas somos naranjas medio mordidas, con algunos gajos perdidos en el camino. Y, aunque así aprendemos a salir adelante y a disfrutar la vida, está chingón encontrar a otra naranja (medio jodida también) para hacer el tránsito más divertido y salir un poco del ensimismamiento. Hoy estoy hablando de relaciones de pareja, pero en realidad esa necesidad de vincularnos no tiene que satisfacerse por medio del amor romántico.
Una de mis películas favoritas es la de Mejor Imposible (As Good as it Gets). Si la han visto aceptarán que es todo menos utópica. Recapitulo brevemente de qué va:
Carol Connelly (Helen Hunt) es una mujer amargada, trabaja como mesera en un restaurante en Manhattan, vive con su mamá y tiene un hijo de 7 años que padece asma. Carol es una madre sobreprotectora, vive al día y solo tiene tiempo de correr entre su trabajo y la sala de emergencias para que mal atiendan a su hijo.
En un emotivo diálogo, Carol le dice a su mamá que mientras observaba en el metro a una pareja sintió mucho resentimiento. «Me di cuenta que ya se me olvidó lo que es tener un hombre a tu lado, para abrazarlo, para coger, para tomarlo de la mano”.
Melvin Udall (Jack Nicholson) es un escritor famoso de comedias románticas. Fuera de sus libros no soporta relacionarse ni con un perro. Vive en Manhattan en un departamento de lujo y desayuna todos los días en el restaurante donde trabaja Carol. Melvin es un neurótico, obsesivo compulsivo, con cero empatía y experto en lanzar comentarios misóginos, racistas y homofóbicos.
Una mujer que admira la obra de Melvin le pregunta muy emocionada cómo le hace para describir tan bien a las mujeres. Su respuesta es: «pienso en un hombre, le quito la inteligencia y la sensatez.”
Una serie de eventos desafortunados perturban la vida de Melvin y en un esfuerzo por equilibrarla empieza a convivir más de lo habitual con Carol. De la compañía y ayuda mutua nace una inesperada historia de amor.
Si yo hubiera sido un personaje de la película le hubiera aconsejado a Carol que tuviera una gota de amor propio y que se alejara de aquel macho homofóbico. Le hubiera soltado frases motivacionales como “tú eres merecedora», y la hubiera animado a que consiguiera a alguien empático y preocupado por causas sociales significativas. Qué bueno que no estaba yo en la película para aconsejarla.
Basándome en el video de Alain de Botton (The School of Life) llamado “Why you will marry the wrong person” (Por qué te casarás con la personas incorrecta), la película de Mejor imposible nos da una buena lección de amor por las siguientes razones:
- Carol y Melvin están dispuestos a educar al otro y a aprender
Alain de Botton señala que amar no significa que el otro nos acepte tal como somos porque, aceptémoslo, solemos ser terribles en alguna medida. En una relación se necesita ser lo suficientemente fuerte para soportar críticas, escuchar consejos y decir claramente lo que queremos sin esperar que el otro nos adivine el pensamiento.
Carol tiene los ovarios muy bien puestos y cada que es necesario le dice a Melvin lo que le encabrona y lo que necesita. Melvin escucha, se esfuerza por entenderla y por dejar de lado, aunque sea un poquito, sus obsesiones y falta de empatía.
Carol: Melvin, dime un cumplido, necesito uno rápido. Un cumplido es algo bonito sobre otra persona. Ahora o nunca…
Melvin: Tengo un cumplido realmente estupendo para ti. Y es cierto.
Carol: Me da pánico que vayas a decir algo horrible…
Melvin: Tú haces que quiera ser un mejor hombre
Carol: Puede que ese sea el mejor cumplido de toda mi vida
2. Ambos dejan ir la exigencia de perfección
Alain dice que la receta perfecta para la soledad es exigir perfección, esta es incompatible con la compañía. Hay un diálogo genial en la película que ilustra esto:
Carol: ¡¿Por qué no puedo tener un novio normal, por qué?! un novio normal que no se vuelva loco
Mamá de Carol: Todas queremos eso cariño, eso no existe .
3. Tanto Carol como Melvin se conforman con el otro (sí, bajan sus estándares)
Carol no soñaba con alguien como Melvin, Melvin no soñaba con alguien como Carol. Es un amor suficientemente bueno. Disfrutan su compañía, se gustan, se ayudan y reconocen que la presencia del otro hace su vida mucho mejor. Melvin se olvida de algunas de sus múltiples obsesiones que ninguna pastilla ni terapia le había quitado. Carol, por primera vez en años, es capaz de disfrutar y olvidarse de sus deberes.
Además ambos saben que no son ninguna “perita en dulce.” Aprender a identificar nuestras propias fallas, neurosis y manías es indispensable para soportar las del otro. Suena poco romántico en un mundo que nos invita a no conformarnos, pero me parece indispensable evaluar para qué «nos alcanza” antes de exigirle a alguien los más altos estándares.
En un mundo utópico de naranjas completas, pura corrección política e individualismo extremo la historia de Melvin y Carol no tendría cabida.
Hace unas semanas, después de darle muchas (pero muchas) vueltas a un asunto tratando de dilucidar «lo que yo quiero» al respecto, alguien me hizo una valiosa precisión: «no se trata solo de lo que quieres, sino de lo que se puede.» He ahí la clave. Para saber si conformarnos o no hagámonos esas dos preguntas juntas: ¿qué quiero? y ¿qué se puede?
Esto me recuerda algo… Vipassana: aprender a ver las cosas como son, sin engaños ni ilusiones…
¡Ay Chatita! así es, y qué difícil es ver las cosas como son y no como queramos que sean. Ahora sí que para lograrlo: «Work diligently. Diligently. Work patiently and persistently…»